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| By: Google.com |
Tenía yo dieciséis años cuando comencé a
trabajar. Mi primer trabajo fue en un cibercafé en el que trabajaba un
amigo, y gracias a él entré a ese lugar. Luego de que estuvo enseñándome
todo lo que debía saber por algunas semanas, dejó el trabajo y me quedé
solo por casi dos meses. En el transcurso de ese tiempo recuerdo un día
muy peculiar, cuando conocí a un usuario llamado «g00gle_240394». El
nombre me extrañó un tanto, pues llevaba la palabra Google escrito con
dos ceros sustituyendo las «o», pero supuse que solo era alguien que
estaba aburrido, porque lo primero que me dijo, fue: «¿Qué estás
haciendo?».
Antes de contestarle miré a mi alrededor,
pues el chat por el cual me comenzó a hablar era el que comunicaba los
ordenadores en el cibercafé. Los clientes usaban ese chat casi nunca,
solo lo ocupaban algunos tímidos para enviar mensajes como «¿Puedo
mandarte a imprimir?» o «¿Me permites usar tu baño?». Normalmente, el
chat lo utilizábamos los que estuviéramos de encargados para notificar
que íbamos a cerrar o alguna cosa por el estilo. El local estaba casi
lleno, pero el mensaje fue enviado desde una máquina que el PC del
administrador (es decir, yo) no reconocía. La ventana del chat se veía
algo así:
Cyber Chat: Admin 02 PC: 00
g00gle_240394: ¿Qué estás haciendo?
Supuse que algún tipo listo había
cambiado la configuración de su ordenador. Si ese mismo sujeto había
logrado cambiar el nombre predeterminado del usuario, el cual en el chat
debería ser algo como «Usuario PC 01», pues entonces también era capaz
de cambiar la configuración predeterminada de su máquina. Para
asegurarme, le contesté: «Veo q cambiaste la configuración de tu
máquina, pero quien es tan tonto como para enviar un mensaje al
administrador después de hacer algo así? gracias a esto ya lo note, pon
todo en orden por favor, gracias».
Tardó un par de segundos en contestar,
pero al hacerlo solo se disculpó y no volvió a escribir. No supe quién
había sido, luego de que revisé todas las máquinas por medio de la mía
no vi ningún mensaje enviado. Tal vez fue alguien robándose la señal, de
todas formas solo era el encargado del local, así que no podía hacer
mucho. Cuando estuve con el dueño antes de cerrar, le comenté lo
sucedido, y él me dijo que lo revisaría y me retiré. Al día siguiente me
dijo que no había ningún interceptor en la señal, pues la única forma
de conectarse era por medio del cable de Ethernet; me refrescó la
memoria diciendo que habíamos desactivado la señal wifi porque varios
negocios de la cuadra la utilizaban y eso ralentizaba la red. No
respondí nada, pero me quedé con la duda.
Pasaron un par de días y ya me había
olvidado de lo sucedido, pero ese usuario volvió un día por la tarde,
haciendo la misma pregunta. Esta vez no le contesté y decidí mostrarle a
mi patrón el mensaje para así poder saber de dónde provenía.
Transcurrieron aproximadamente unos veinte minutos hasta que apareciera
en el chat que el usuario g00gle_240394 estaba desconectado. En ese
momento mi jefe entró al local y le dije que viera a la pantalla; lo que
le mostré fue una ventana de chat sin PC seleccionada y en blanco,
totalmente en blanco. Me preguntó la razón por la que le había mostrado
eso, pero me limité a decir: «Vaya que soy descuidado, creo que lo
cerré. Olvídelo, no era nada…».
Ese día me sentí como un tonto y pensé
que lo mejor era que yo mismo descubriera a ese sujeto. Llegué a mi casa
y descargué un programa para localizar ordenadores alrededor del mundo.
Pasaron muchos días sin que apareciera, casi dos semanas. Yo ya había
instalado el programa en la máquina del cibercafé.
Entonces llegó el día, g00gle_240394
volvió con su pregunta. Inmediatamente busqué el programa y me di cuenta
de que no estaba en donde lo había dejado, sin acceso directo o
archivos en disco; mas no me detuve ahí —pensé que mi jefe pudo haberlo
borrado, él solía borrar los archivos sin dar previo aviso cada vez que
descargaba algo y no lo justificaba—. Busqué de nuevo el programa, pero
mientras estaba descargándolo el sujeto se desconectó… solo que esta vez
me dijo lo siguiente antes de retirarse: «Si querías saber de dónde
soy, ¿por qué no lo preguntaste?».
Al parecer sabía, de alguna manera, que
lo quería localizar. El archivo se descargó y comencé a rastrear la
procedencia del mensaje, pero casi al finalizar la búsqueda la ventana
volvió a ponerse en blanco como la vez pasada y el programa marcó error.
No me di por vencido y lo guardé en una USB, de esa forma no correría
el riesgo de perder el programa de nuevo.
Él volvió a escribirme justo al día
siguiente. Sabía cómo funcionaba el programa, así que decidí
entretenerlo mientras terminaba de buscar. Hizo la misma pregunta:
¿Qué estás haciendo?
Trabajo, q me dices tú???
Interesante, ¿acaso trabajas en un cibercafé?
Como lo sabes???
Tienes internet, estás conectado
todo el día. Si estuvieras en una oficina o algo similar, no podrías
tener acceso a la red tan constantemente. ¿Acaso crees que te estoy
espiando?
Nada d eso, simple curiosidad, tu q me cuentas, aun no me respondes
El programa marcó error de nuevo, pero,
al parecer, el sujeto era o torpe o quería jugar conmigo, tal vez
confundirme. Entré al enlace por curiosidad y porque supuse que mis
intentos por localizarlo seguirían fallando. Mi sorpresa no fue mucha,
pues el enlace conducía a una foto de la calle en donde se encontraba el
cibercafé, solo que esta se veía distinta. Creí que él la pudo
modificar o que era la misma calle antes de que yo la conociera. Cuando
mi jefe llegó para cerrar, pensé en mostrarle la imagen, pero no pude
ubicarla; busqué en el historial sin ningún éxito. Mi jefe no dijo nada,
solo me miró extrañado por mi comportamiento.
Al otro día, luego de que mi jefe se
hubiera ido, g00gle_240394 comenzó a chatear conmigo. Esta vez intenté
sacarle alguna respuesta:
Hola amigo, ¿qué tal tu día?
Pues apenas empieza, en donde estamos,
según tu foto de ayer, apenas son las…», antes de que terminara de
escribir, él mandó un mensaje:
9
¿? —le escribí—.
Son las 9, 9:03 a.m., para ser exactos.
Bueno mi reloj dice q son las 9:00 a.m. pero son solo minutos d diferencia
¿Y qué tal si fuera más que eso?
A q t refieres???
¿Recuerdas la foto? Creo que no podrás seguir trabajando aquí por mucho.
Quieres decir q vienes del futuro o algo así???
Es una forma de decirlo.
Cual es tu nombre real???
Google.
Aha y yo me llamo Wikipedia jajajajaja —le respondí cínicamente—.
No, tu nombre real es Guillermo, pero prefieres que la gente te llame Dracko.
En ese momento no me asusté, si el tipo
era un gran informático (algo de lo que no me cabía la menor duda) pudo
haber averiguado eso gracias a la infinidad de redes sociales y otros
sitios a los que me he registrado. Entonces le dije:
Veo q eres bueno para esto, debes ser un
Hacker, si es así, por q sigues a alguien como yo y no a la CIA o el
FBI, no sé, podrías cambiar las acciones d FaceBook a tu favor, por q me
sigues a mi???».
Sencillo, porque el dinero no me
es útil; ¿para qué lo quiero si no lo necesito? En cambio, si logro
encontrar a alguien que me ayude, como tú… eso podría servirme más que
el dinero.
Quieres decir q necesitas a alguien… Para???».
Una página, una que pueda ser
visitada constantemente. Tal vez varias páginas. Creo que me serviría
alguien como tú para esto, tienes el tiempo libre suficiente como para
ayudarme, además de que busco a alguien en particular, y tú lo
localizarás más rápido que yo.
Paginas, solo eso, por q no hackeas una ya existente???
Porque ya son mías, cualquier
página que te llegue a la mente; y no solo eso, los dueños de esas
páginas son personas como tú, a las que también contacté y las volví
ricas y poderosas. Digamos que soy el dueño de esos seres.
Acaso estas Trolleandome??? Q sigue,
dirás q eres el diablo y estas consumiendo almas, por eso FB y YouTube
son tan conocidos, por q los creadores vendieron sus almas y ahora
tienen lo q querían
No lo malinterpretes, no tengo
nada que ver con algo sobrenatural. Te lo dije antes, soy Google, ¿acaso
eso no te suena familiar?
Demuestralo viejo…
http://google.com.mx
Vaya, se nota q eres google ¬¬…
Sé tus contraseñas, las
biografías de tus páginas, con todas las modificaciones que les has
hecho. Sé todo lo que has llegado a registrar entrando a mí, tu
historial, incluso el eliminado. Mira esto, incrédulo… http://archives/map/register_ssxa44a2gghdfg12/g00gle_240394
Entré al enlace y este llevaba a la misma
imagen del día anterior, lo que no demostraba absolutamente nada; aún
seguía creyendo que era un hacker troll sin nada más que hacer, pero mi
curiosidad era grande y no detuve la conversación:
Era un enlace que llevaba a una página vacía de fondo negro, nada especial. Entonces le pregunté:
Q con esto???
Necesita algo relevante, ¿no lo
crees? Tal vez una imagen, algo como esas ventanas emergentes. Puede ser
un enlace troll como Ooskar o Goatse.cx, algo que haga que la audiencia
trabaje por sí sola.
Por q no subes tu imagen alterada, la d esta calle???
Buena idea, pero no puedo usar el registro de esa imagen hasta que suceda.
Suceda???» —pregunté algo impactado—. «Q debe suceder???
Lo que ves en la foto, su
registro será el día miércoles de la semana que viene. De hecho, a la
imagen la subirán desde tu cibercafé; es una fotografía tomada con un
Sony Ericsson W580. Esta será tu evidencias, así sabrás que yo soy
Google. Mientras tanto, me retiro. Pasado este suceso te contactaré,
exactamente a las 4:22 p.m., para acordar lo que se subirá a nuestro
sitio.
Mi amigo navegador se desconectó y me
dejó pensando. La curiosidad de saber qué pasaría era grande en mí, así
que esperé a ese miércoles.
Habíamos cambiado la ubicación del
cibercafé hace dos o tres días, apenas comenzábamos a trabajar de nuevo
cuando llegó mi jefe a mostrarme algo: era la foto de la que había
hablado con g00gle_240394. Mi jefe me contó que tuvimos mucha suerte,
pues hace un par de horas, hubo un accidente en la calle en la que
trabajábamos anteriormente. Un tráiler de combustible se volcó y esto
ocasionó una fuerte explosión. Mi jefe, emocionado, me pidió que me
moviera de la máquina; vi lo que estaba haciendo y él estaba subiendo la
foto, para después publicarla en sus redes sociales contando lo
sucedido y la suerte que tuvo al irse de ahí. Eran las 4:20 p.m. y mi
jefe seguía en la máquina, y pensé que él al fin lograría ver a
g00gle_240394. Esto me alegró, pero de un momento a otro recibió una
llamada, desconectó su teléfono del ordenador, el cual era exactamente
un Sony Ericsson W580, y atendió la llamada. Colgando me dijo que ya se
iba. Faltaba solo un minuto, por lo que le pedí que esperara, pero me
contestó que no podía, que se tenía que ir urgentemente, y luego de que
abandonó el establecimiento, el mensaje llegó. Le grité y le pedí que
volviera, pero me dijo que fuera lo que fuera, tendría que esperar.
Miré el mensaje, era de g00gle_240394, y decía: «Hola de nuevo. El gran día llegó».
A decir verdad, me pareció extraño que
lograra localizarme, tal vez haber cargado la imagen fue lo que delató
mi ubicación, pero eso era lo de menos. Él había acertado en cuanto a lo
sucedido, la fotografía era exactamente como la recordaba. Al ver que
tardaba en responder, mandó otro mensaje:
¿Acaso no te alegras de conversar conmigo de nuevo?
No es eso —le dije—. Es solo que no me lo
esperaba, bueno, tal vez en algun sentido lo esperaba, mas no estaba
seguro de que volveriamos a estar en contacto…
Entonces, ¿estás listo?
Supongo, d q se trata?
¿Sabes lo que significa el término «snuff»?
Si, eso, lo paranormal y el gore son muy famosos en la red, claro despues d la porno…
Sí, eso pensé. Sé que has llegado a curiosear sobre todos esos términos, así que espero que estés listo para lo siguiente: http://hdakdfuyrkfisd2654gsaafd1f5dfsdfds5fds4fdf4ds5f4d5f4d5f
Entré al enlace… pero esta vez era algo
más fuerte. Esta vez me sorprendió ver al que parecía ser mi jefe,
muerto; pero no solo había sido asesinado como en cualquier homicidio,
esa parecía la obra de un psicópata sanguinario. No pude mirar la imagen
por mucho tiempo, la cerré casi de inmediato y le exigí que me diera
una explicación:
Es lo que quiero en nuestra página.
No entiendo, debo fotografiar a un muerto y subir la imagen???
Algo así, pero no es tan sencillo…
No entiendo…
Tú eres quien debe asesinarlo.
COMO?!?!?!
No hay más explicaciones, sé que lo harás.
Y q si me niego???
No hay vuelta atrás, pues ya
sabes de lo que se trata. Tu cuenta está hecha y ahora debes hacerlo si
no quieres que tu registro sea dado de baja, o que nuestra página tenga
algo así como… ¡TÚ en el lugar de ese cadáver!
Jajajajaja… esto es estúpido, no se por q t sigo el juego, vete al diablo!!! .l.
Cerré la conversación y llamé a mi jefe.
Le dije que teníamos problemas con la luz, que se había ido y no volvía,
a lo que él respondió con que cerrara en veinte minutos si no
regresaba. Entonces cerré y me fui de ahí, no esperé que el tiempo
pasara, solo esperé los veinte minutos una vez afuera para poder
marcarle y decirle que iba a cerrar.
Estaba en mi casa y aún pensaba en la imagen y en esas conversaciones tan extrañas… Por la noche no pude dormir.
Al día siguiente llegué al trabajo algo
tarde, estaba desvelado y aún seguía un poco asustado por lo sucedido.
Hablé con mi jefe para informarle que no podía seguir trabajando ahí; me
preguntó por qué, pero solo le mentí diciendo que era por mis estudios.
Aceptó, pero me pidió que me quedara un par de días más para darle la
oportunidad de encontrar a alguien que me reemplazara. Sin más remedio,
me quedé. Él estuvo conmigo todo el día, así que no supe nada de
g00gle_240394 en el transcurso de este.
Pasaron dos días más sin saber nada de
g00gle_240394, pero aún seguía teniendo insomnio y terrores nocturnos.
Sentía que me volvía paranoico, en especial cuando mi jefe salía o me
dejaba solo.
Ese día llegó una chica que venía por el
empleo. Era una chica linda, simpática y amistosa; jamás olvidaré cómo
era ella antes, ese día que la conocí. Se llamaba Victoria, pero le
gustaba que le dijeran Vicky. El mismo día le enseñé lo que debía hacer,
pero no podía dejar de actuar como un maldito loco; me desconcentraba
con facilidad y no podía hablarle tranquilamente. Me sentía nervioso,
sentía que algún mensaje llegaría. Eso me hizo recordar que cuando
comencé a trabajar en el cibercafé, mi amigo, que estaba en el puesto
antes que yo, actuaba de una manera semejante, quizá porque él también
había sido acosado por Google. Este le pidió que hiciera algo que no
quería y mi amigo abandonó el lugar.
Cuando terminó nuestra jornada laboral
nos fuimos juntos, y esta chica, algo preocupada, me preguntó si me
encontraba bien, a lo que solo le comenté:
—¡Nunca, nunca…! ¡Escúchame con atención,
jamás hables con alguien que no conozcas por chat, no lo hagas; Google
te buscará y, una vez dentro, no habrá salida!
Luego de que dije eso, salí corriendo y
me dirigí a mi casa. Estando ahí traté de localizar a mi amigo; comencé
vía internet, pero no encontré sus antiguas cuentas en redes sociales,
páginas de juegos ni correo electrónico, era un fantasma en la red.
Mientras estaba buscándolo, pasó lo esperado. Un mensaje llegó, pero
esta vez él solo dijo algo y se desconectó. Lo que decía el mensaje
era: «Más vale que lo hagas, no corras el mismo destino que
g00gle_010692:
http://archive/g00gle_010692/fg1f5g4fgfd5g4sd8f4eq65f78ef4».
Mi curiosidad me llevó a una respuesta.
El enlace me condujo a una clase de perfil de mi amigo. Anoté el número
de su celular y apagué el equipo, pues no pensaba quedarme a esperar a
que otro mensaje llegara. Marqué el número un par de veces sin obtener
respuesta. Justo cuando dejé de marcar y estaba a punto de irme a la
cama, una llamada entró. Contesté y era mi amigo, el cual me preguntó
sólo una cosa:
—Dracko, ¿eres tú?
—Sí, soy yo viejo.
No sé cómo supo que era yo, pero no dudé en preguntarle si nos podíamos ver. Aceptó y acordamos un punto.
Al día siguiente me encontré con mi
amigo, el cual lucía tranquilo, transmitiéndome la idea de que no pudo
pasarle nada de lo que a mí me estaba pasando. Él comenzó la charla.
—Cuánto tiempo, vaya, apenas y me acordaba de ti. ¿Cómo has estado?
—Bien, yo… —No quise hacer más rodeos y fui al grano—. Viejo, ¿qué sabes de un usuario llamado google_240394?
Su cara se puso pálida, y solo me dijo:
—Me tengo que ir, fue un error venir a verte, tengo que trabajar…
—No, espera, necesito respuestas. Ese
usuario me está acosando, amenazando y, por lo visto, lo conoces. Dime
qué es lo que sabes, por favor.
Estaba a punto de retirarse, estaba de espaldas, y me contestó con lo siguiente:
—No sé por qué olvidé mencionar eso cuando tomaste mi empleo, pero ahora lo siento, en serio, por segunda vez… Por ti…
—¿A qué te refieres? —pregunté curioso.
—Lo siento, pero creo que para remediarlo puedo terminar lo que empecé ese día, antes de que ellos vuelvan…
Una mirada psicópata y una sonrisa
demoníaca se dibujaron en su rostro. Entonces se lanzó hacia mí gritando
que en serio lo sentía. No supe qué hacer, solo intenté defenderme;
pero cuando estaba sobre mí y yo estaba en el suelo, un extraño sujeto
encapuchado se acercó a nosotros y golpeó fuertemente a mi amigo,
quitándomelo de encima. Lo escuché decir:
—Tu tiempo se acabó, es hora de cerrar sesión.
Una vez que estuve libre intenté escapar,
pero escuché un tremendo grito desgarrador y, al voltear, vi a mi amigo
pidiéndome ayuda; el sujeto encapuchado lo había atravesado con un
fierro, con el cual después lo golpeó frenéticamente. Solo fui capaz de
seguir huyendo, y cuando empecé a correr, un mensaje llegó a mi celular.
Era Google nuevamente, me había enviado un mensaje, que decía: «Vuelve y
tómale una fotografía, solo eso. Te he facilitado el trabajo, ¿no lo
crees?».
No recuerdo bien qué fue lo siguiente que
hice ese día, pero al día siguiente, cuando logré reaccionar, estaba en
la ducha. Salí y un mensaje estaba en mi celular. Este tenía un número
que, según decía, era una cuenta bancaria en donde podría cobrar lo
ganado por la fotografía. Decidí ignorarlo y apagué el celular… solo
quería olvidarlo todo.
Pasó un año, pensé que ya había acabado
para mí, pero solo lo había ignorado por un largo tiempo. Había dejado
de utilizar teléfono celular con cualquier servicio de internet, borré
mis cuentas de cualquier servicio en línea y me alejé de la web en
cualquier aspecto desde ese día. No había olvidado por completo lo
sucedido, pero al menos intentaba no recordarlo.
Un día, sin embargo, en mi nuevo trabajo
en un supermercado —uno de esos que abren las veinticuatro horas del
día—, vi a Vicky. Eran alrededor de las dos de la madrugada. Sabía que
era ella, jamás olvidaría a nadie involucrado en ese maldito evento.
Vicky se veía más demacrada y muy alterada, no era la chica que yo
recordaba. Entró al lugar y me miró fijamente, para luego decir:
—Al fin te encuentro…
Su cara estaba pálida, tenía unas ojeras
tremendas y simplemente se veía devastada; su voz sonaba entrecortada y
débil. Preocupado, le pregunté:
—¿Qué sucede… Por qué me buscabas?
No entendí bien lo siguiente que dijo, pues se desplomó en el piso, desmayada. Lo que creí entender fue… «Google»…
La llevé a mi auto y la recosté ahí, y
pedí permiso para irme. Llegué a casa, recosté a Vicky en mi cama y yo
me quedé en el sofá. No podía conciliar el sueño, todas esas memorias
llegaban a mi mente una y otra vez, nuevamente, sin dejarme en paz.
Decidí leer algo para ignorarlo, desde que me había alejado del internet
solía leer regularmente novelas de misterio y cosas de detectives; me
gustaba distraerme con eso, pues con los libros me sentía seguro. Apenas
comenzaba a leer cuando escuché a Vicky gritar. Corrí a mi habitación y
miré a todos lados; ella estaba sola, pero me dijo con voz débil que
necesitaba mi ayuda. Aún tenía dudas sobre por qué me estaba buscando,
así que la cuestioné:
—¿Por qué dices que me buscabas?
—Ellos vendrán por mí. Me dio curiosidad
saber quién era ese sujeto que me hablaba por el chat… debí haberte
hecho caso. Él me dijo que ahora no habría salida.
—¿Salida de qué?
—Ahora… debo asesinarte, o ellos me mataran a mí.
—Dime que tú no…
Me sorprendió lo que escuché, pero decidí
ayudarla, pues supuse que ella también se había involucrado con Google.
Le pregunté más, pero solo me mostró una foto con su celular y se quedó
dormida; estaba débil y necesitaba descansar. Miré la foto y me
sorprendió, era una de un homicidio similar al de la foto que yo recibí.
Era yo, solo que me veía muerto en un sentido más… tranquilo, ya que
solo se podía apreciar una porción de mi cuerpo con un agujero de bala
en la frente, algo más práctico que la última vez. El nombre del archivo
era «
http://user_g00gle_240394_29_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Miré la URL un rato y me percaté de algo
que no había notado en otros enlaces enviados por este asesino: estaba
escrita lo que parecía ser una fecha. No podía dormir, no dejaba de
mirar a Vicky, en lo único que pensaba era en que sería asesinado. Me
senté en el piso, y después de un rato de lectura e incómodos
pensamientos, logré dormir.
Un olor nauseabundo me despertó. Estaba
recostado en mi cama, y esta se encontraba bañada en sangre. Me volteé y
vi a lo que parecía ser Vicky acribillada. Sus órganos estaban
esparcidos por toda la habitación, al igual que su sangre. Cuando logré
salir del
shock me levanté rápidamente de la cama y noté que su
celular estaba en mis manos. Tenía puesta una dirección que me recordó
mucho a lo que Google llamaba «nuestra página», solo que la URL se
parecía a la del día anterior, con un pequeño cambio:
«
http://user_g00gle_240394/change/g00gle120393_03_april_2012/fghfd1g4g56df2d1f2a4ff4af1d2/log_out».
Había otro «g00gle» con números escrito
ahí. Decidí ver la página y esta solamente contenía un video sin título.
Lo reproduje, la calidad era de no más de tres pixeles. Supuse que
g00gle_240394 lo había editado para que se viera más tenebroso, pues al
comenzar se veía a la silueta de alguien con un cuchillo acercándose a
la cámara y comenzando a rondar el cuarto. No logré ver mucho hasta que
encendió una pequeña luz, tal vez una lámpara; en cuanto esto sucedió
descubrí que era mi cuarto.
Enfocó la cama en la cual se encontraba
Vicky, pero no estaba dormida, ella estaba despierta, atada a la cama y
amordazada. La silueta se acercó y, en un acto al estilo Guinea Pig: Flowers of Flesh and Blood enfocó
una pequeña mesa que tenía en mi cuarto, sobre la cual había un mantel,
una charola y varios utensilios de uso cotidiano, asemejándose
grandemente a esas mesas que los cirujanos utilizan para colocar sus
herramientas. Sabía exactamente lo que sucedería, pues el cadáver de
Vicky ahora se encontraba en mi cuarto.
El video continuaba, el sujeto que
grababa hacía que pareciera que el espectador era quien estaba haciendo
todo, como una clase de video en primera persona. Tomó un desarmador con
una mano, se acercó lentamente a Vicky, acarició su pierna y con un
violento movimiento lo clavó en su pierna; grabó su rostro, podía
apreciarse el dolor en ella y apenas se escuchaban sus gritos y gemidos.
Volvió a la toma del desarmador y comenzó a retorcerlo dentro de su
pierna, y luego lo sacó y volvió a la mesa, de la cual tomó un cuchillo
de cocina común y corriente. Se acercó nuevamente a Vicky y esta vez no
la lastimó, solo utilizó el cuchillo para desgarrar su ropa.
La siguiente escena fue algo tan
sumamente enfermo, que la única forma en la que podría describirla es
diciendo que esta escena parecía sacada de la película A Serbian Film.
El sujeto puso la cámara en un lugar donde pudiera grabarse lo que
hacía claramente. Durante unos veinte minutos, aproximadamente, violó a
Vicky, pero eso no fue nada. Después de ese tiempo, el sujeto comenzó a
acuchillarla en sus extremidades de modo que solo la hería sin matarla, y
de un momento a otro, se detuvo; Vicky lloraba y se vio al sujeto
levantarse tranquilamente y salir de escena, para después entrar con una
licuadora. La conectó y la encendió, entonces introdujo la mano de
Vicky y la destrozó por completo, pudiéndose ver cómo la sangre y trozos
de carne desechos volaban por la habitación.
La agónica escena se cortó y se vio un
ángulo distinto, como si alguien más grabara. Se veía el brazo de Vicky,
el que no fue dañado por la licuadora, y una segueta comenzó a hacer un
corte brusco en él; Vicky intentaba zafarse, pero ese forcejeo inútil
solo causaba que el sujeto hiciera varios cortes adicionales en su
brazo. Cuando estaba a punto de cercenarlo, ella lo arrancó de un jalón y
se escuchó un grito tremendo; a pesar de que estaba amordazada, los
gemidos eran fuertes y me hacían sentir el dolor que ella sintió.
El video comenzó a fallar, y luego de
unos segundos, la toma se recuperó, solo que esta vez Vicky ya estaba
muerta y totalmente desecha, era solo un tronco sin forma alguna en su
rostro y desgarrada de cualquier otra parte. La toma se veía borrosa y
se adelantaba sin razón alguna, para después regresar a donde nos
habíamos quedado. En esta toma Vicky ya no estaba amordazada, y lo poco
que le quedaba de brazo estaba desatado. Parecía que ella se quitó la
mordaza como pudo, pues su cara estaba llena de sangre. Con voz débil
pedía clemencia, que la dejara ir, solo lloraba y rogaba por ser
liberada. En esta toma la calidad había subido impresionantemente, como
si una cámara profesional hubiese grabado sus últimas palabras. La toma
hizo un corte rápido y la siguiente escena volvió a ser de una calidad
baja y de aspecto turbio. A pesar de que no quería continuar viendo, el
morbo no me dejaba reaccionar.
Para empezar, la escena tenía un ángulo
poco apreciable, y se oían gritos, como si la tortura se hubiera vuelto
sumamente sádica. Se podían ver ligeras salpicaduras de sangre y se
escuchaba algo así como un motor o una máquina escandalosa, y sonaban
herramientas cayendo al suelo, un caos total. Lo único que se podía ver
con la pobre iluminación era un par de siluetas peleando, pero cuando la
imagen se volvió clara, la cámara cayó al suelo y solo se veía la toma
de unos pies. En esa toma vi caer lo que parecía ser una pierna cortada,
un par de entrañas y mucha sangre. Entonces un pie del atacante pisó la
cámara y esta se quedó filmando estática por aproximadamente unos diez
segundos.
El video se cortó y se pudo ver al sujeto
que hizo todo vistiendo una capucha. Lo primero que pensé fue que ese
extraño sujeto era Google, pero no pude verlo bien, la capucha lo cubría
y apenas había un poco de luz en la toma. Esta escena entrecortada del
asesino duró poco más de unos segundos. El video terminaba ahí, se cortó
bruscamente y la página se cerró de manera automática. Una sensación
escalofriante recorrió todo mi cuerpo. Miré a Vicky y solo comencé a
llorar. Entonces recibí un mensaje en su celular, que decía: «Hola de
nuevo».
Era Google. Decidí contestarle, diciéndole:
Cómo pudiste hacer esto? Pensé que me habías dejado en paz, por qué le hiciste esto a Vicky? Ella no debía estar involucrada!
Lo sé, pero ella se involucró y
le tocó perder. Deberías dar gracias de que aún seguimos activos; es
decir, ella simplemente cerró sesión en su vida mortal, pero estará
conmigo para siempre, su video la ha inmortalizado.
MALDITO ENFERMO!!!
Dije eso y apagué el celular. Salí de la
habitación y decidí irme de ahí. Tenía que investigar lo que estaba
pasando, quién era Google en realidad y por qué aún me involucraba en
esto después de tanto tiempo. Los libros que había leído todo ese tiempo
me dieron ideas de cómo investigar sin involucrar a la policía, pues si
lo hacía ellos pensarían que fui yo quien mató a Vicky y quien cometió
el asesinato de mi amigo.
Hice una pequeña maleta con algo de ropa y
solo llevé mi laptop, a pesar de que había pasado tanto tiempo
desconectado, pues tenía otras intenciones aparte de solo investigar.
Por último, tomé las llaves de mi auto, y me fui.
Conduciendo llegué a las afueras de la
ciudad. Había un hotel, esos que están a la mitad de las carreteras, que
solo tienen cuartos básicos y no cobran mucho; era un lugar perfecto
para ocultarme mientras averiguaba quién era este asesino. Renté una
habitación por un tiempo y comencé mi investigación. Google empezaba a
hastiarme, hablaba de nuestra página y del dinero que estábamos ganando.
No contesté nunca, pero él insistía y hacía distintas preguntas, como
si ya no me importaba esto o si le ayudaría con lo siguiente. Pude
ignorarlo por casi una semana, pero mi estado mental me estaba llevando
demasiado lejos, ya debía dinero al hotel y mi trabajo, aunque no lo
quisiera, seguramente lo había perdido. Fue entonces cuando tomé medidas
drásticas: esperé que Google se conectara y le pedí mi cuenta bancaria.
Él accedió de inmediato y la apunté y fui a un banco. Una vez ahí traté
de retirar dinero de la supuesta cuenta, pero no había registro de
ella. Siempre pensé que era una mentira y por esa razón no me molesté,
pero al volver a casa, Google me había escrito. El mensaje decía: «¿Eres
estúpido? Si querías retirar el dinero me lo hubieras dicho, yo mismo
lo haré por ti. No vuelvas a involucrar a nadie más en esto, podrían
saber de mí. Y aparte, ¿cómo un niño de diecisiete años va a retirar
dinero así como así?».
Leí eso y escuché la puerta. Al abrir,
era un sujeto con un paquete. Me lo entregó y me pidió mi nombre para
registrarlo como recibido, pero le dije que no esperaba paquetes. Luego
me preguntó todos mis datos, los cuales estaba leyendo desde una hoja
que describía la entrega. Todos los datos eran reales, pues hasta la
ubicación actual —el hotel— la tenía indicada en esa hoja. Decidí tomar
el paquete y me pidió escribir mi nombre de nuevo. Cuando comencé, me
dijo:
—No señor, su nombre de usuario, por favor.
—¿Usuario? —le pregunté extrañado.
—Como ejemplo, mire el mío.
Miré lo que llevaba bordado en su playera. Me dejó en shock, porque lo que decía era: «g00gle_301193».
Me hizo reaccionar y me pidió nuevamente mi nombre de usuario. Le dije que no sabía de lo que hablaba.
—Ambos sabemos que eso es mentira, usted
cuenta con un nombre de usuario otorgado por alguien que también ya debe
conocer. ¿Acaso acaba de iniciar sesión?
Solo escribí lo primero que me llegó a la mente, «g00gle_240394». El sujeto me dio las gracias y se retiró.
Estaba mirando el paquete, no quería
abrirlo, esperaba encontrarme con la cabeza humana de algún familiar o
tal vez un video de otro homicidio. Decidí ponerlo en la mesa y no lo
abrí en todo el día.
No dejaba de pensar en lo que ese tipo
había dicho, «nombre de usuario»… En ese momento volvieron a tocar la
puerta. Antes de abrir me asomé por la mirilla; era el dueño del hotel.
Lo hice pasar y me dijo que tenía que pagarle la renta o si no me
echaría de ahí. Conversé con él y lo convencí de no echarme, le dije que
tendría el dinero pronto, que no podía dejar que me echara. Justo
cuando cerré la puerta y encendí la máquina, vi un mensaje de
Google: «Abre el paquete, es tu parte. Espero que sea suficiente».
Abrí con miedo el paquete, pero solo era
una cámara. La reconocí de inmediato, era la cámara que había comprado
tiempo atrás; estaba sucia y llena de algo que parecía ser sangre. No me
preocupé por eso y vacié la caja, encontrando también una pistola y un
sobre con una tarjeta de débito. Realmente necesitaba el dinero, así que
la tomé y salí a un cajero.
Eran las once de la noche. Llegué a un
cajero, y al mirar la cantidad que la cuenta de la tarjeta tenía, casi
no lo creí: tenía más de medio millón de pesos. Solo retiré lo necesario
para pagar el hotel y regresé, le pagué al dueño y me fui a mi cuarto.
La laptop seguía encendida, y como si supiera que había regresado.
Google me escribió nuevamente:
Veo que estás más relajado ahora.
Supongo, pero aún debo saber… quién diablos eres tú?
Buena pregunta, pero ¿por qué no
te evitas la fatiga y vuelves a la escena del crimen? Ahí puedes obtener
respuestas, ¿no lo crees?
Tenía razón, salí tan rápido de ahí que
jamás me di el tiempo de observar con atención. No escribí nada más y
fui en dirección a mi antiguo departamento. El olor se había vuelto
penetrante, solo abrí la puerta y mi estómago se revolvió a tal grado
que me ocasionó el vómito. Soporté el hedor y comencé a explorar el
sitio; aún estaba el cuerpo de Vicky, su celular… todo como lo
recordaba. Pero después recordé la cámara, la que venía en el paquete.
¿Cómo pudieron entregármela si esta debería seguir por aquí arrumbada?
Encendí mi laptop y Google estaba listo para chatear:
¿Qué dices, tus inútiles libros no te enseñaron nada?
No es eso, sé que tú eres quien hizo
esto, vi a un encapuchado cuando murió mi amigo, ese mismo sujeto
aparece en el video. Por qué no das la cara? Sé que eres tú…
Y entonces… ¿por qué usas la misma capucha?
Qué dices? —pregunté asombrado—. Qué maldita capucha?
Entre tus cosas, ahí la encontrarás. ¡Busca bien, Sherlock!
No dijo nada más y se desconectó. Volví a
mi habitación y busqué desesperadamente; grande fue mi sorpresa al
encontrar entre mi ropa la capucha de la que Google hablaba. No podía
creerlo, no podía ser cierto. ¿Entonces por qué veía a otros sujetos? No
busqué respuestas en ese momento, solo salí y deposité un mes de renta
en mi antiguo departamento para evitar que alguien sospechara e
intentara entrar. Volví al hotel, en ese momento el dueño me detuvo y me
cuestionó:
—¿De dónde sacaste el dinero, hijo? No
tenías nada, y en un par de horas saliste y conseguiste el efectivo.
Dime la verdad, ¿a qué te dedicas?
No contesté, ni siquiera lo miré,
simplemente caminaba hacia mi cuarto. Una vez en la puerta, busqué mis
llaves para abrir, pero él seguía haciendo preguntas:
—Vamos, dime, ¿acaso eres ladrón? Si no me contestas me veré obligado a llamar a la policía.
Eso me asustó, así que solo abrí la
puerta y la cerré con llave. El dueño seguía tocando y gritando, y luego
se fue diciendo que iría por la policía. Lo único que pensé fue en
contactar a Google, pero no sabía cómo localizarlo y estaba
desconectado. Me desesperé, no sabía qué hacer, ahora estaba solo. Tal
vez comencé a volverme loco y aluciné todo. En el mejor de los casos,
nada de esto había pasado.
Miré a mi alrededor y el cuarto en el que
estaba, la ropa que traía y… me recordó la imagen de mi muerte. Hasta
tenía con qué dar el disparo. El arma a la que no le había tomado
importancia estaba en el paquete, pero cuando la tuve entre mis manos,
llegó un mensaje, una URL. La abrí, esperando en ella una salida. Era
nuestra famosa página, en esta había una imagen de un hombre con un par
de tiros en el cuerpo y unos cuantos golpes. Al ver bien la foto, vi que
ese cuarto me era familiar, era el cuarto en el cual residía el dueño,
su cabina. Podía ver el mostrador y al dueño ahorcado con su teléfono…
Tomé la cámara del paquete y preparé el arma, bajé las escaleras y,
cuando llegué, actué de manera inconsciente. Lo poco que puedo recordar
es al dueño con el teléfono en la mano preguntándome qué hacía, que
llamaría a la policía.
Al día siguiente amanecí en la carretera,
recostado en el asiento trasero de mi auto y en medio de un camino
distinto. Estaba tapado con la capucha negra. Fue entonces cuando
comencé a aceptar que, en realidad, era yo el asesino. Pero no podía
creerlo aún, después de todo, pude ver a más encapuchados, no era el
único. El sujeto que me entregó el paquete, mi amigo y Vicky, ellos
también se habían involucrado.
Mi laptop estaba encendida y la cámara
conectada, un video acababa de ser subido a nuestra página, junto con la
imagen que había visto el día anterior. Reproduje el video para
refrescar mi memoria.
Comenzaba conmigo grabando lo último que
recordaba, el dueño del lugar junto a su teléfono, amenazando con llamar
a la policía. Me le acercaba lentamente, grabando con la cámara frente a
mí. Luego coloqué la cámara en el mostrador y esta enfocaba solo una
parte de nuestro abdomen. Se escucharon amenazas y gritos por parte del
dueño del hotel, después hubo un forcejeo por la bocina del teléfono
seguido de un golpe hecho con la misma. Al alejarnos un poco de la
cámara pude ver una toma más amplia, al menos se nos veía del torso para
arriba. El dueño estaba sangrando de la cabeza, tenía una pequeña
herida, se le escuchaba amenazar y en su cara se apreciaba el terror.
Comenzó a retroceder poco a poco, y al intentar escapar tiró la cámara,
permitiéndome ver ahora desde un ángulo que mostraba de los pies hacia
arriba. Me podía ver ahorcando al dueño con el cable del teléfono, para
luego soltarlo tras unos segundos y dejarlo caer al suelo, justo encima
de la cámara. Estaba sobre sus manos y rodillas, se pudo ver cómo tomó
la cámara e intentó huir con ella, y mientras se veían varias tomas de
él corriendo, se oyó un disparo. Cayó y la cámara grababa al dueño
viéndome caminar poco a poco hacia él.
La toma se cortó, para ser retomada con
el dueño sentado en el piso de su cabina. La cámara volvió a ser
posicionada en el mostrado. Esta vez, el hombre estaba sudando y
sangraba, el cable del teléfono estaba alrededor de su cuello, y
lloraba, pidiendo débilmente que lo dejara ir, que no lo matara; pero el
cable alrededor de su cuello se apretó y él comenzó a forcejear para
liberarse. Se podía ver cómo moría lentamente, y, justo cuando parecía
que ya no tenía fuerzas para seguir luchando, varios disparos terminaron
con su dolor. La cámara se movió, grabó mis pies y luego el video
terminó.
La dirección me llevaba a una imagen en
la que aparecía yo nuevamente, pero esta vez en un sitio distinto,
parecido a una calle, tal vez una avenida. Me mostraba como si hubiese
sido atropellado. Entonces le pregunté:
Qué significa esto?
Eso no es nada más ni nada menos que la fecha de caducidad de tu cuenta.
A qué te refieres?
No respondió, así que lo presioné:
Te hice una pregunta, RESPONDE!
Bien, g00gle_240394 es tu cuenta.
Como puedes notar, si no es que ya lo has hecho, los números son tu
fecha de nacimiento, mientras que «Google» soy yo. Los ceros significan
mi posición, no tengo fecha de nacimiento, por eso llevo solo un par de
ceros. La URL que te envié y la que viste en el celular de Vicky no eran
más que la fecha de caducidad de tu cuenta, lo que significa que cuando
esa fecha llegue, te pasará lo que a g00gle_010692 y g00gle120393: sus
cuentas caducaron, pero iniciaron sesión conmigo. Gracias a ti, ellos
ahora son, en cierto sentido, inmortales. ¿No es eso lo que muchos como
ustedes, los mortales, desean?
Entonces qué tenía que ver el sujeto que maté anoche, él también tenía relación con todo esto?
Digamos que no fue su día de
suerte, porque cuando un usuario, como tú anoche, está a punto de cerrar
sesión, tiene la oportunidad de renovar su cuenta por un tiempo
determinado. Ese tiempo es lo que le quede de vida a alguien más…
Qué, quieres decir que tomo su vida como en Destino final?
No, porque no puedes matar a lo
imbécil o a quien tú quieras; debes matar a quien yo diga. Vicky debía
matarte a ti, pero como su noble corazón no accedió, ella cedió en tus
manos, pensando que la ayudarías. Quién lo diría, ella confió en ti y tú
la acribillaste. Usuarios como tú hay pocos, por eso me agradas.
Entonces por qué mi amigo intentó matarme y terminó muriendo?
Porque es supervivencia del más
apto. El día que te conoció debió matarte para renovar su cuenta, eras
su renovación; pero tuviste suerte, se hizo el listo al querer alejarme
en cualquier aspecto. Por eso mismo después te contacté, para que lo
localizaras y cerraras su sesión de una vez por todas.
Quieres decir que al igual que Vicky…
Era blando, pero tú eres un chico duro, por eso dije que me agradas.
No podía creer lo que ese sujeto me
estaba diciendo. Aún tenía dudas, no todo estaba claro, así que le
pregunté sobre el futuro, por qué él lo sabía:
Qué hay de tus predicciones, cómo sabes lo que pasará, cómo pasará y demás detalles?
Sencillo, porque en realidad no existo, soy solo una proyección de tus memorias, recuerdos y futuras imágenes, algo así como un déjà vu.
Si no me crees, recuerda lo que hiciste ese día antes de cambiar de
establecimiento en tu trabajo: en realidad tú ocasionaste ese accidente,
y de alguna manera, en tu mente, ya estaba planeado que todo esto
pasaría. Mira este enlace, un detective incluso nos lleva seguimiento,
pero el muy imbécil aún no sabe cómo trabajamos y cree que yo realmente
existo. Eso querías escuchar, ¿no?
http://policia_local/archivos/homicidios/2fd5f4d5fas42d4s8dsa45fd48f
Al entrar vi que era la página de la
policía. Ese archivo hablaba de todos los homicidios que yo había
cometido; al parecer fueron recuperados los videos, fotos y demás
evidencias, pero aún eran casos sin resolver. Venían las URL de las que
Google me habló tanto, y entre ellas nuestra página y distintas páginas
con ventanas emergentes, las cuales son usadas por trolls en la red. Al
intentar acceder eran enlaces rotos, pero eran las URL que Google me
había enviado, de nombres largos, con números y letras sin sentido.
Entre estas se encontraba la del video de Vicky; no entré porque no se
podía, pero sabía que era el video, pues había un nombre de usuario en
la dirección.
Me sorprendió todo eso y darme cuenta de
que, en realidad, Google nunca habló conmigo ni me obligó a nada. Yo me
había vuelto loco, o eso quería hacerme pensar; pero seguía sin entender
por qué había visto a un tipo encapuchado aparte de mí, y por qué Vicky
y mi amigo hablaban de un «Ellos». Tal vez se referían a esos tipos
encapuchados. No recuerdo haber hecho algo para ocasionar ese accidente
en mi antiguo empleo, además, las conversaciones borradas y esas
trampas… las hizo desde el inicio.
Pero pensar en esto no me sirvió, no
obtuve respuesta alguna. Decidí entregarme, así podría conseguir
respuestas, pero antes busqué al detective de la página con la esperanza
de que él supiera algo de Google.
Mis cuartadas para evidenciar que yo no
era el asesino y demás pruebas me salvaron de ir a prisión. Tuve, en
algún sentido, la suerte de terminar en un manicomio.
Al menos solo estuve ahí por poco tiempo,
nadie me explicó bien por qué me dejaron salir en enero del año
siguiente, siendo que mis crímenes debieron llevarme a una vida
encerrado en ese lugar o una cárcel, aun siendo menor. Al fin sentía que
estaba a salvo, pude olvidar o al menos ignorar todo. El detective
creía en mí y me apoyó en todo ese tiempo; recuerdo que en nuestra
última charla estaba muy enojado y algo neurótico, quería al asesino y
yo era el único sospechoso capturado. Entonces, bajo toda esa presión,
recordé algo.
—Mi laptop…
—¿Cómo?
—Las evidencias, todo está en mi auto. No
sé de dónde apareció la cámara, al igual que mi laptop debía estar
arrumbada, pero ahora que lo recuerdo, jamás la vi. No estaba en la
caja, no, la tenía mi hermana…
—¿Evidencia?
—Lo escribí, tengo la entrada, él no lo
sabe. Está en mi laptop. Jamás le conté sobre esto a nadie, pero me
prometí que quien pudiera ayudarme, podría saberlo.
—¿De qué hablas, hijo? —Su actitud cambió
radicalmente, y me propuso un trato—. Espera, ¿quieres decir que
cooperarás para cerrar este caso? Ayúdame y yo te ayudaré a ti, puedo
sacarte, pero debes probármelo todo.
Recuerdo que escribí un pequeño diario,
algo así como una bitácora en mi estancia en el hotel, pero todo quedó
guardado en mi laptop y una página que creé con todo ese tiempo libre.
De alguna manera sabía que Google no accedería a esta, pues hice todo lo
posible para ocultársela. Escribí todo esto en caso de que alguien
creyera en mí y me pudiera ayudar. La única persona aparte de mí que
sabía de esto ahora era el detective, pues, para empezar, no tenía mucho
contacto con mi familia desde el día en que me emancipé. A decir
verdad… no tenía mucho contacto con muchas personas. Salí de ese lugar,
pero no supe bien por qué.
El día de hoy estaba en mi trabajo, de
nuevo en un cibercafé. Entonces un sujeto que se presentó como el
abogado que logró sacarme del manicomio entró al lugar y me dijo que
jamás tocara el tema con el detective de nuevo, si no quería que lo
suspendieran de por vida. Me entregó una tarjeta y se fue. Salí con la
tarjeta en la mano y la miré, era una tarjeta en blanco, y del otro lado
solo decía «g00gle_220175». No me lo podía creer, pero en ese preciso
momento entré y vi un mensaje en la computadora: «Me eres muy útil, no
podía dejar que te pudrieras en un manicomio o cualquier calabozo…
¿Estás listo para lo que viene?».
Quería ignorarlo, pero aún dudaba: en
este nuevo trabajo, la máquina del administrador, es decir, en la que yo
estaba, era reconocida como la famosa «PC 0», la máquina desde la cual
Google comenzó a hablar conmigo por primera vez. Por lo tanto, si era yo
mismo, estaba loco desde un principio y por eso el día que le pregunté
en dónde estaba me dijo que estaba justo en donde yo estaba. Sin
embargo, el detective me mostró pruebas de su existencia.
Lo único que hice fue chatear de nuevo con él. Estaba muy confundido, y respondí:
Quién eres en realidad? Por qué me
confundes de esta manera? Si eres yo, por qué eres tan inhumano? Yo
jamás podría estar tan enfermo. En dónde estás en realidad? DIME LA
VERDAD!
Muchas preguntas como para llevar tanto tiempo de conocernos, ¿no lo crees? ¿No crees que eso ya lo deberías saber?
Solo respóndeme!
¿Qué quieres oír?
Para empezar, por qué me sacaste del manicomio? Si es que en realidad fuiste tú quien lo hizo.
Ese detective es una molestia, si te dejaba ahí, lo hubiera echado a perder todo.
Entonces sí eres real? Porque si tú fueras yo, como me hiciste creer… yo jamás hubiera podido salir solo de ahí.
Digamos que fueron contactos que
tenía guardados, pero al igual que tú, ahora tienen su cuenta y deben
estar activos constantemente, a menos que quieran ser dados de baja… de
por vida.
Entonces sí hay muchos más?
Claro. Como te mencioné el día en
que empezamos a conocernos, muchos son ricos y poderosos solo por
hacerme caso. Con sus sacrificios, por supuesto, pues nada es gratis en
esta vida. Unos más solo fueron registrados para hacerme un par de
favores, algunos otros siguen sirviéndome. Los mejores y más afortunados
cerraron sesión, para después iniciarla en nuestra página y así ser
inmortalizados.
Eres real, no estaba loco, eres ese encapuchado?
Me has tenido frente a ti más de
una vez. Así como tengo muchas páginas, también tengo millones de
usuarios. No eres único, pero sí de los más útiles.
Y por qué me hiciste pensar que eras yo?
Solo te diré una cosa: mi humanidad empieza donde termina la tuya.
Se desconectó y salí a fumarme un
cigarrillo para calmar mis nervios. Noté que la calle en la que estaba
era exactamente la misma de la foto de mi muerte, y al otro lado de la
calle había un sujeto encapuchado. Con algo que parecía un celular entre
sus manos. Me sonrió de manera grotesca y se fue. Esta vez no sentí
miedo, ni decidí hacer nada, pues nadie a mi alrededor lo hacía. Al
parecer, nadie notaba su presencia, que poco a poco desaparecía. No hice
nada, después de todo, ahora no era más que una marioneta. Con menos
dudas en mi cabeza me sentía más tranquilo, tal vez solo era momento de
esperar para ver qué pasaba. No sé si todo esto ha sido real o producto
de mi imaginación, lo que sí sé es que, por lo que he pasado, lo más
probable es que si no hago lo que se me ordena, el que tendrá que cerrar
sesión… seré yo. Pero yo… debo seguir conectado.
…
Todo esto fue sacado de un reporte del
detective que ha seguido el caso de manera no oficial por más de siete
años. En el reporte también están archivados los distintos casos de
otros usuarios y varias anotaciones del detective, como de los
homicidios sin resolver y la existencia de usuarios desde que Google
comenzó a volverse un buscador famoso hasta la fecha. Por ahora no es un
caso olvidado, el detective encontró este archivo en un sitio llamado
«nuestra_pagina.com». En este se encuentran varios escritos parecidos,
acompañados de videos al final en los que se muestra cómo cada uno de
los usuarios ha «cerrado sesión» de manera explícita. Todos los usuarios
cuentan con el nombre «g00gle» acompañado de su fecha de nacimiento, y
en los videos se agrega la fecha de su muerte. La página también
contiene imágenes y videos de distintos homicidios que son casos sin
resolver.
El detective encontró la página con
dificultad, pues las URL de cada video, imagen o escrito cambian una vez
que han sido vistos. Las ventanas se cierran automáticamente, y aunque
se copie la URL, al intentar reingresar a ella el buscador no encontrará
nada. El escrito anterior fue copiado y pegado por el detective como
evidencia, y este afirma, por las fechas desplegadas en el sitio, que el
autor de dicho escrito es el único usuario que sigue con vida. Ya que
el detective pudo tener contacto con el usuario g00gle_240394 cuando
este estuvo internado en el manicomio, todavía no se da por vencido.
Tras su desaparición solo tuvo contacto con él por sus entradas en
línea. Por ahora se le busca como el único y principal sospechoso, de
nuevo.
La página es difícil de hallar, pues solo
puede encontrarse con Google, escribiendo «nuestra_pagina.com». Pero
para encontrarla no basta con dar clic en alguna de las primeras
opciones que el navegador nos da, ya que este sabe ocultarla a la
perfección.